Mujer, dinero y maternidad: Una mirada a la equidad puertas adentro

Que no entiendo de números” dicen algunas, que prefiero que mi pareja se encargue del “papeleo” (por ej. Comprar una propiedad o cotizar créditos), “es que soy muy volada con la plata”, “es que no entiendo nada de inversiones” son frases recurrentes de mujeres adultas que llegan a mi consulta.


Es muy extraño, pero muchas veces esas mismas mujeres en sus trabajos toman altas responsabilidades, manejan presupuestos y personal; sin embargo, en el ámbito doméstico, todas las decisiones “importantes” en relación al dinero, las dejan en manos de su pareja hombre. Para ellas parece lejano levantar un presupuesto familiar o saber cuánto ganan exactamente sus parejas hombres. De esos temas no se habla.


Hemos crecido y nos hemos educado alrededor de múltiples huellas inconscientes que nos dicen que, en una relación de pareja donde hay amor, no se habla de plata. Asimismo, a pesar que la mujer hace mucho tiempo ingresó al mundo del trabajo, maneja dinero, aun quedan muchos resabios de la división histórica que calificaba al hombre como proveedor exclusivo y a la mujer como cuidadora. Muchas de nuestros comportamientos nos muestran que sutilmente seguimos pensando que “el mundo del dinero es legítimamente un lugar sólo para los hombres”, y esa mentalidad sigue muy vigente. Así, nosotras, inconscientemente, nos excluimos de participar; o si lo hacemos, lo hacemos culposamente o a sabiendas que estamos transgrediendo algún código “del buen amor”.

El Código Civil chileno hasta hace muy poco describía a la familia como una organización patriarcal, en la cual el hombre era la autoridad y tanto su mujer como sus hijos le debían obediencia. Incluso hasta el año 1989, si eras mujer y casada bajo sociedad conyugal, tu marido tenía derechos sobre tus bienes y tu persona, sí sobre tu persona. Tu marido tomaba todas las decisiones económicas sobre ti ya que eras considerada un incapaz relativo.

Obviamente estas normas tan anacrónicas y concepciones de la mujer han variado en el tiempo. Sin perjuicio, cuando hacemos una radiografía al interior de la vida en pareja, siguen viviendo secuelas en los inconscientes de hombres y mujeres que hoy son familia.

Una de las manifestaciones más flagrantes de estas secuelas históricas y culturales se produce en la dimesión económica al interior de la pareja con la llegada de los hijos.

A qué me refiero: Está claro que la llegada de los hijos remece a la pareja en todo ámbito. Sin embargo, en el ámbito económico y profesional, somos las mujeres quienes vemos el mayor impacto.

Está ampliamente medido que las mujeres -por regla general- con ocasión de la maternidad, rebajan horarios, dejan de tomar ascensos o trabajos con mayores responsabilidades e incluso renuncian, lo que tiene como consecuencia que tienen menor patrimonio que los hombres, ganan menos, tienen menos acceso al financiamiento.

Una de las causales de este fenómeno es que dedican más horas que los hombres en tareas domésticas lo que repercute en sus desarrollos profesionales. Según Datos de la Encuesta Longitudinal de Primera Infancia del Ministerio de Desarrollo Social, las mujeres empleadas dedican 2,2 horas al día más que los hombres a tareas relacionadas con el cuidado y la crianza de menores de 4 años.

Por su parte, según datos de la Superintendencia de Pensiones, en tramos de densidad de cotizaciones, las mujeres se concentran en los tramos de bajas densidades de cotización, mientras que una mayor cantidad de hombres se concentra en los tramos de densidad de cotizaciones más altos (Informe de género sobre el Sistema de Pensiones y Seguro de Cesantía, septiembre 2018).

Si preguntamos a nuestras parejas –cuando son hombres– cómo ha impactado el tener hijos en su desarrollo laboral, muy pocos podrían decirnos que han rebajado horarios o descartado ascensos por su paternidad.

Un estudio hecho por la University of South California incluso demostró que las mujeres heterosexuales que se convierten en madres disminuyen sus ingresos de manera permanente en un 20%, mientras que los hombres no sufren alteraciones. Diferente es la realidad de las parejas lesbianas. En este estudio se analizaron los impactos a nivel financiero que tiene la maternidad en las mujeres cuya pareja es una mujer. En el caso de las lesbianas, si bien la madre gestante experimenta una reducción de sus ingresos en un 13 %, su pareja, a diferencia de lo que ocurre con las parejas heterosexuales, también sufre un impacto negativo de un 5 %. Es decir, el nacimiento y crianza de un hijo las impacta económicamente a ambas por lo que el “costo” de la maternidad se reparte.

La desigual de la repartición en las tareas del hogar está ampliamente estudiada y analizada. Son las mujeres que lideran el hogar en los cuidados y la ejecución de tareas domésticas. Sin embargo, mi invitación es a mirar esta inequidad desde la arista económica. Si bien el trabajo del cuidado a los hijos y otros familiares está mucho más reconocido en la actualidad, este reconocimiento sigue siendo “nominal”, algo “que se dice”, “que se valora en la palabra” pero muy pocas veces en lo concreto.

La economista argentina Mercedes D´Alessandro señala que “cuando las mujeres empiezan a trabajar también fuera del hogar, no se reduce sustancialmente su carga dentro de él”. Concluyendo algo brutal, “las mujeres, para dar su salto hacia la independencia, se cargaron dos trabajos encima”.
En un mundo material, donde todo se valoriza en dinero, el trabajo de cuidado (por regla general) no hace parte de esa métrica.

Esta data me ha llevado a sostener que estar en pareja y criar enriquece económicamente a los hombres y empobrece a las mujeres.

Si bien mientras la pareja está unida existe una percepción de que “todo lo que tenemos es nuestro”, esta idea, en mi experiencia profesional, drásticamente se termina cuando la pareja se separa divorcia (Cada 4 parejas que se casan en Chile hay otras tres que se están divorciando).

Ahí lo que era “supuestamente nuestro” ya no es tal y las mujeres que asumieron una pausa en sus desarrollos profesionales, quedan al amparo de demandar en un tribunal una compensación económica que intente contrarrestar el costo económico que la maternidad ocasionó en sus patrimonios.

La vida en pareja trae un sinfín de desafíos y uno de ellos es el aspecto de la equidad económica cuando esa pareja decide tener hijos. Estas dinámicas inequitativas al interior de la pareja generan fracturas y sensación de injusticia que terminan impactando la cohesión al interior de la pareja.

Abunda la sensación de estar haciendo “sacrificios” de alto costo, lo que en definitiva genera muchas recriminaciones recíprocas, quebrando eventualmente la relación. Clara Coria, psicóloga y autora del libro “El Dinero en la pareja”, comenta que “se generan facturas vitalicias cuando los contratos por múltiples complejos motivos amparan situaciones de desequilibrio que permiten el beneficio de uno a expensas de otro”.

Cuando conocí estas cifras confirmé que el cambio de perspectiva era urgente. ¿A qué cambio de perspectiva me refiero?

A pensar las relaciones de pareja entendiendo que la dimensión económica es también fundamental. Hablar de dinero, de los bienes, de las deudas, de los desarrollos profesionales de cada uno, de las expectativas, de las frustraciones al respeto, del impacto de la crianza en la familia, son temas que sí, quizá resulten incómodos o difíciles de plantear a la pareja, sin embargo deben necesariamente ser acordados y conversados.

Sostengo que las decisiones en razón de la crianza no pueden ser sostenidas económica y emocionalmente sólo por una de las dos partes.

Estoy convencida de que mirar esta problemática tempranamente, con herramientas eficaces para la pareja, hará que podamos transitar la llegada de los hijos con una sensación de equipo, no solo en los aspectos de cuidados, sino que también en lo económico.

Te invito a que junto a tu pareja respondan estas preguntas:

¿Cómo nos encontramos a nivel de patrimonio. ¿Hemos construido un patrimonio equitativo?

¿Existe algún desequilibrio económico al tener uno de los dos miembros mayores cargas y responsabilidad de cuidado con los hijos?

¿Estoy dejando de tomar alguna oportunidad laboral por la maternidad/paternidad, cómo compensamos esa pérdida?

Atrevámonos a plantear y conversar hoy estos temas con nuestra pareja, con ello, lograremos hacer frente a esta brecha sutil e invisible que debilita el principal motor de la sociedad: la familia.

¿Por qué no hacernos cargo como pareja de estos temas durante la convivencia, mientras las cosas están bien entre nosotros? ¿Qué alternativas y oportunidades tenemos las mujeres y la familia completa para nivelar el impacto que implica la maternidad en nuestras carreras profesionales y ahorros? 

La buena noticia es que dos de cada tres mujeres estarían dispuestas a realizar un cambio legal en conjunto con sus parejas para hacer más equitativa su vida en común en la parte económica.

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