Matrimonio como factor protector

Camila y Mauricio llevaban varios años conviviendo. Al principio ella quería casarse, seguramente por la idea romántica que tenía en mente. Soñaba con ver la cara de su padre llevándola al altar. Pero ya con dos hijos, el gasto que implicaba la celebración de una fiesta de matrimonio claramente no era ninguna prioridad para la familia.

Acordaron que Camila rebajara las horas que trabajaba como profesora en el colegio y así en las tardes podía hacerse cargo de la logística y entretención de los niños. Ante la cantidad de responsabilidades que implicaba tener más horas de trabajo decidió que sería la mejor idea para ella y la familia. Mauricio trabajaba jornada completa como ingeniero en una empresa de computación.

Si bien arrendaron una casa el primer tiempo de convivencia pensaron que comprar una sería el mejor escenario para ellos. Afortunadamente encontraron una parcela a buen precio y acudieron al banco con la idea de conseguir financiamiento bancario conjunto. Dada las poquitas horas que Camila mantenía en el colegio, el banco rechazó el crédito para ella y no así para Mauricio, quién finalmente adquirió el terreno a su nombre. Con algunos ahorros que cada uno tenía, más la ayuda del padre de Camila pudieron construir una casa a la medida de la familia. Esos eran los únicos ahorros que Camila había podido juntar antes de que nacieran sus hijos. Si bien le dio nervios ponerlos para la construcción de la casa, se calmó pensando que nada pasaría, que estaban súper enamorados.

Quisieron intentar un tercer hijo. Trataron de concebir un largo periodo, hasta que resultó. Lamentablemente a los 4 meses el doctor les comunicó la terrible noticia que el bebe no tenía latidos, por lo que habría que hacer una intervención. Esta dramática situación llevó a Camila a una depresión que la distanció emocionalmente con Mauricio. Luego de un tiempo, la crisis de pareja era total.

Como la convivencia entre ellos se hacía insostenible, Camila le pidió a Mauricio que por favor saliera de la casa para que los niños quedaran bajo su cuidado. Él es enfático en decir que no se irá a ninguna parte, enrostrando como argumento que la casa era de él y si ella quería separarse, que fuera ella quien saliera.

En su desesperación, Camila comienza una búsqueda en google para encontrar algún argumento legal para evitar esa situación. Lee algo sobre “bien familiar” y por instantes siente alivio. Por su parte, recuerda que una vecina, luego de un proceso de divorcio obtuvo una compensación económica por haber cuidado en mayor medida a los hijos, y eso le permitió enfrentar económicamente la vida de separada. Por su parte, como ella puso dinero para la construcción de la casa, evidentemente se siente también dueña de la casa en parte, debe ser un “bien conjunto” pensaba.

Unos días después, Camila contrata a una abogada de familia que para que le pueda explicar el escenario legal en el cuál se encuentra. La abogada le explica que, tanto la posibilidad de declarar como bien familiar la casa donde vive la familia como demandar una compensación económica son opciones que solamente existen para las mujeres que están formalmente casadas.

En ese momento entendió que el matrimonio no era solamente una fiesta sino que una formalidad que protegía a la familia y sobre todo a la mujer.

Imaginemos que podemos ir hacia atrás en el tiempo. A diferencia del relato anterior, Camila y Mauricio deciden casarse y lo hacen además eligiendo el régimen de bienes de sociedad conyugal (bienes conjuntos para la mayoría de los países en LATAM). Quiero contarte aquí cuál habría sido el desenlace en esta historia.

Si bien la casa familiar hubiese estado a nombre de Mauricio, ya que a Camila no le daban financiamiento bancario dada las pocas horas que asumía en el colegio en el que trabajaba, la casa pertenece a ambos, ya que hace parte de la sociedad conyugal. Como consecuencia de ello, al momento del termino ambos son dueños, y tanto Camila como Mauricio tienen los mismos derechos sobre la casa. En el caso anterior, estando sin matrimonio, o bien con matrimonio pero con separación de bienes, Camila queda a la voluntad de lo que decida Mauricio sobre la casa.

Finalmente la elección sobre el régimen de bienes es una declaración que se hace al momento de contraer matrimonio y que define de qué forma queremos organizar con las ganancias y frutos que este matrimonio pueda dar. Asimismo, define de antemano cómo nos repartiremos lo ganado si en algún momento nos separamos.

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